Rubiales cuando destituyó a Lopetegui:"No se han guardado las formas"

Selección femenina de fútbol

En 2018, cuando Julen Lopetegui aún era seleccionador en pleno mundial en Rusia, Luis Rubiales tomó la firme decisión de destituirlo ante el anunciamiento de su fichaje por el club merengue en la nueva temporada de la Liga. Tras este hecho, cuya eficacia quedó en entredicho al dejar a los jugadores de la selección sin entrenador en pleno mundial, Rubiales declaró entonces que tomó la decicisón "porque no se han guardado las formas".

Las formas

Existen protocolos y normas de la RFEF que, a la vista de los acontecimientos, son un papel mojado para aquellos con el poder y la chulería para hacerlo cuando son ellos los agentes que las quebrantan. Si no están las normas para ser acometidas desde el ciudadano raso, hasta el célebre que las firma y posa para la foto que testimonia haberlas puesto en marcha, entonces ¿para quiénes son las normas? Es la pescadilla que se muerde la cola, cómo ocurre con la Justicia, sus leyes y sus condenas. 

Pero no deja de ser llamativo que si para Rubiales las formas son un asunto sensible, quede fuera de su contemplación los besos estampados y otros gestos que, ni en la eufórica conquista de un Mundial de fútbol así como tampoco en el júbilo festivo de una discoteca, estas acciones debieran tener cabida. Está quedando claro que Rubiales es una persona que a la vista de los hechos y declaraciones, no posee el criterio ni la capacidad de analisis para medir el cambio que las mujeres reivindican con el feminismo. Y es casi un asunto de Estado que un cargo como el de la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol sea ocupada por una persona insuficientemente preparada para responder a valores que tienen que ir más allá del perímetro deportivo. Porque si no está contemplado que el machismo abarca desde la gravedad de la violencia hasta la levedad de los gestos (sí, hasta la levedad de los gestos, he escrito), entonces es que no estamos preparados para entender nada del feminismo. 

A Luis Rubiales no se le está pidiendo la cárcel. Se le pide que dimita. Y la dimisión no viene dada por el dichoso beso a Jenni Hermoso que lamentablemente está eclipsando la épica de la selección femenina de fútbol. La dimisión viene a ser pedida por la suma de actos acontecidos desde el día de la victoria: el beso, los agarres (sí, aunque fueran entre sonrisas), el intento de que la jugadora saliera en defensa del Presidente en un vídeo, la afirmación pública puesta en boca de la jugadora y que jamás dijo. No es poco, es más que suficiente para una dimisión, y en su defecto, si se aferra al cargo (muy bien pagado, por cierto), su cesión. 

Da que hablar el resto de voces del ámbito deportivo, desde los entrenadores de las selecciones femeninas y masculinas, Vilda y De la Fuente, que días después de haber aplaudido el discurso de Luis Rubiales ahora recogen cable, denunciando actitudes que no deben ser consentidas. O desde las megaestrellas futboleras que aún no han dicho nada públicamente. Y están en su libre derecho de opinar o no opinar públicamente, faltaría más. Eso sí, porque no ha ocurrido nada con sus esposas o sus hijas. Pero todo esto da para escribir otro artículo. 

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