No poder elegir

OPINIÓN

No poder elegir

TPM



Los caminos del poder son inescrutables. El próximo lunes, miles de trabajadores de empresas de servicios no esenciales volverán a sus lugares de trabajo tras el último comunicado gubernamental, en consonancia y con responsabilidades, todo hay que decirlo, con las directrices del poder supremo y armado de patronales y del puño financiero internacional.

La extensa maquinaria que mueve el funcionamiento del planeta, es una amalgama de ingeniería cuyos cimientos no han tardado en verse temblar cuando el escalafón más raso del que formamos parte, nosotras/os las trabajadoras y trabajadores, quedamos en una parálisis cuya hoja tiene un doble filo: insostenible para nosotros e insostenible para el poder. 

Esta pandemia que acontece sacrificios que resultan difícilmente sorteables y a los que no parecen darle más vías posibles que la de tomarlas con resignación. La perspectiva con la que se divisa esta crisis desde el interior de cada hogar, da lugar a una innumerable y compleja casuística, que requiere temple y comprensión para los que la sufren en el pellejo ajeno. Son muchos los casos en que hoy, trabajadores de todo el país, sienten que no se puede parar todo indefinidamente, y no les falta razón.
Más allá de las medidas sanitarias, la serie de medidas económicas para mantener a la población con mayor o menor acierto, continúan existiendo brechas que sí dejan en una situación desamparada a personas obligadas a acudir a sus puestos de trabajo, con los riesgos de sus desplazamientos y con las probables y deficientes medidas de seguridad a la orden del día en sus espacios de trabajo. Hablo de trabajadores cuyas funciones no se desempeñan desde el teletrabajo a distancia, sino a pie de naves industriales, hablo de trabajadores de oficina cuyas empresas han mostrado una carencia de empatía respecto a medidas serias y de adaptación al teletrabajo, como se ha visto en varios casos de call center.

Existen verdaderas lagunas que aparecieron desde las primeras "recomendaciones" del Gobierno en el estado de alarma, donde estos trabajadores se encontraron entre la espada y la pared, ante una ola de mensajes que nos pedían a todos quedarnos en casa, al mismo tiempo que contemplaban que en sus empresas no tomaban iniciativas ni medidas para evitar el maldito contagio de la covid-19.
En esta laguna, se encuentran muchos casos, y en estos casos se encuentran muchos trabajadores. El próximo lunes, algunos sin demasiados problemas económicos podrán tirar y aguantar estando encerrados en casa un par de meses más. Pero hay miles de trabajadores que sí se ven obligados a salir a trabajar, porque lo necesitan. Son muchos los trabajadores que tienen que seguir pagando facturas, son muchos los que no han tenido la suerte de la benevolencia de un casero que perdona un alquiler, etc.

No podemos señalarles, no podemos gritarles desde nuestros balcones "eh, tú, sí tú, date media vuelta y vete a tu casa, imbécil". No podemos porque no pueden permitirse ausentarse en sus trabajos, no les dejan otra opción, y no debería ser una opción que enviaran al matadero siempre a los mismos. A estos trabajadores tampoco les gusta la idea de volver, no pasemos por alto esto. La responsabilidad está en otra parte. El panorama actual sigue siendo devastador y pocas dudas dan lugar a pensar que las cosas ya están para volver a la normalidad, a para una pequeña apertura.

Este sistema, cuyo alarde de miseria ha dado titulares muy conocidos desde hace un mes, ha demostrado no tener ni querer dar la cobertura social equivalente a su músculo económico, al que mima y del que presume. Bien sabemos que es un sistema basado en sueldos ínfimos y de una precariedad laboral irrefutable, necesitar más prueba de ello como es la situación actual, resultaría preocupante. Cuando los trabajadores sobre los que está recayendo el verdadero peso de mover la maquinaria del país, dejen de ser tratados como el populacho al que hay que sacrificar, igual no tendrán que salir en estas condiciones. Lamentablemente, este es el sistema que tenemos y no hay otro, sin referirme a que otro fuera imposible, sino que es en el vivimos y que deja a bastante gente sin poder elegir entre ir o no ir a trabajar.

A estos trabajadores hay que apoyarlos. Y no me refiero a hacerlo desde el aplauso de los balcones.

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