Comuneros, los pioneros de la revolución moderna

El largometraje narra los hechos acontecidos en la Corona de Castilla en torno al año de 1521 conocidos como 'La Guerra de las Comunidades', y la influencia que ejercieron estos hechos a lo largo de la historia posterior


Portada del documental Comuneros

Borja Fernández 


A caballo entre la entrevista y el debate, Comuneros (que se puede ver en Netflix) es un documental en el que se plantea una conversación con el pasado. El diálogo transcurre entre sugerentes imágenes de ciudades y pueblos de la Castilla que una vez, hace mucho tiempo, puso en serios apuros al imperio de Carlos I (o Carlos V del Sacro Imperio Romano). Si, aquel del que se decía que “en su imperio nunca se pone el sol”.

Ilustración de Maldonado


El coro lo componen una serie de animaciones que acompañan tremendamente bien al resto del contenido audiovisual y la voz de Sara Rivero leyendo fragmentos del poema “Los Comuneros”, de Luis López Álvarez. (Podéis leer aquí un fragmento o comprar el libro en este otro enlace). El asunto tratado son los hechos ocurridos en los primeros 25 años del 1500. Por una parte el documental cumple con ese papel necesario de volver sobre la historia que se enseña en los colegios, y es conocido por todos, para repensar lo que damos por sabido. Pero además introduce, desde perspectivas muy actuales, ideas que pueden cambiar la forma en que vemos nuestra historia.

“Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. [...] porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.”
F. G. Lorca

Por aquella época, tras la muerte de Isabel la Católica, su hija Juana, que estaba en verdad llamada a heredar el trono de los reinos de Aragón y Castilla, tiene que lidiar con una conspiración de su hijo Carlos y su marido. El objetivo era, utilizando como excusa su fuerte temperamento, hacerla pasar por loca para saltarse su regencia y que Carlos heredara sus posesiones para pagarse la corona de emperador a costa de los impuestos cobrados de tierras castellanas y aragonesas. Desde luego no hay pruebas de que ninguno de los nobles a los que incomodaba esta decisión en Castilla puedan ser tildados ni por asomo de feministas. Aún así, visto desde hoy en día, da mucho de qué hablar que una pelea entre hombres provocara la total defenestración tanto política como social, y por tanto una verdadera tortura física y psicológica, de una mujer que por otra parte debió estar más que capacitada y en una muy buena posición para tomar las riendas de lo que en el futuro pasaría a ser el Reino de España. Por contra, pasó a ser conocida con el apelativo de “La Loca”. 

Ilustración de Juana I de Castilla

Pero esa es otra historia con la que el documental apenas lidia de refilón, porque la que nos ocupa va de un reino en serios problemas económicos que no quiere ser relegado a una provincia más del Sacro Imperio Romano. En estas que una vez Juana I está fuera de la ecuación (aunque los nobles castellanos no se rinden fácilmente en su empeño de que esta haga valer su poder), Carlos V llega a nuestras tierras sin saber ni papa del idioma que aquí se habla, sin apenas conocimiento de la situación tensa que vive la nobleza del lugar por la consecución de una serie de epidemias y malas cosechas, y pretendiendo además que el Reino le pague su coronación como emperador. Creyendo que con ello apaciguaría los ánimos, también sustituye a varias piezas claves de la élite por gente de su confianza (y, por tanto, extranjeros), lo que incluye la decisión de otorgar la regencia del reino a un hombre de su confianza (y futuro Papa, Adriano de Utrecht). Esta gota que colma el vaso tiene una serie de consecuencias políticas y sociales que acaba desembocando en la redacción del primer proyecto de constitucional de la historia de España (que podría haber firmado por primera vez en la historia una mujer… si no hubiera estado loca) y, tras el intento fallido de una solución política, en la Guerra de las Comunidades. Los nobles castellanos no están dispuestos a perder sus privilegios. Para conocer la cronología completa de los hechos que derivaron en esta guerra nada mejor que el documental de Netflix. 

Al mismo tiempo que se va relatando el orden cronológico en el que suceden los hechos también se plantean preguntas sobre la consideración que la historiografía tiene de estos acontecimientos, lo que tiene un claro efecto en cómo pensamos y reconocemos nuestro pasado. Plantean cuestiones sobre las que a día de hoy aun no hay consenso. ¿Fue una revolución o una rebelión? ¿Fue un movimiento de carácter liberal? Cada experto expone su sustentada opinión y en algún punto se introduce un tema que, bajo mi punto de vista, resulta lo más interesante de todo el documental: la construcción del mito nacional. 
 
En un reciente artículo elDiario.es pone en boca de Miguel Martínez, Doctor en Estudios Hispánicos y autor de “Comuneros: el rayo y la semilla” las siguientes palabras “De manera provocadora digo que 1520 representa un mejor hito fundacional de una sociedad democrática, poscolonial y posimperial, frente al de 1492 que representa expulsiones o conquistas”. 

Estuve tentado de dejarme llevar por el romanticismo al que el poema de Luis incita y dejar escrito que se trata de la primera revolución liberal de Europa y que Bravo, Padilla, Maldonado y María Pacheco fueron poco menos que libertadores del pueblo que habían sido prácticamente borrados de la historia por los intereses de otras naciones más progresistas y expertas en marketing (véase la revolución Gloriosa de 1688 en Reino Unido, o la Francesa) que nosotros los españoles. 

Por suerte lo consulté con dos buenos amigos que me dieron su también experto punto de vista (ambos son historiadores). Para ellos en el mejor de los casos los comuneros fueron un germen pre liberal, y, en el peor, tan solo nobles luchando contra nobles para no perder su parcela de poder ni sus privilegios. Por el medio el descontento del campesinado con sus señores seguro que era evidente. Como muestra, saliéndome completamente del tema, esta maravillosa canción que habla precisamente de las revueltas campesinas casi tres décadas antes en el Reino de Aragón. 

Pero las proclamas de esta guerra no eran otras que tener un rey castellano o que atendiera los intereses “del reino”. Y yo diría que esto estaba bastante alejado de las necesidades de un campesinado cada vez más maltratado, que había sufrido sequías, epidemias y malas cosechas, que veía como el precio de los productos subía y como a ellos solo les exigían cada vez más sacrificio. La primera consigna de los comuneros era que el reino estuviera por encima del rey. Porque el rey pasa y el reino permanece. Pero, ¿acaso no eran exclusivamente los nobles los que conformaban el reino? ¿Quién si no, dado que no se consideraba todavía que el campesinado tuviera derecho a decidir sobre los “asuntos de la comunidad”? La cosa desde luego ya no pinta tan liberadora. 

En definitiva, esta perspectiva me hizo cambiar un poco de opinión. El documental consigue transmitir una visión de los promotores de estos acontecimientos cercana a la de libertadores e idealistas. Lo que está al parecer ratificado es que León es la cuna del parlamentarismo pero, ¿podría ser que Castilla fuera la cuna del liberalismo? Descubrir que esta forma de pensar se trata de una relectura del movimiento liberal español que en el siglo XIX necesita la creación de un mito fundacional ha sido revelador (y muy entretenido). El liberalismo español de comienzos del XIX no podía convencer a la gente partiendo de algo que fuera percibido como novedoso o rompedor (que además venía de fuera, de revoluciones que estaban ocurriendo en Europa) porque eso siempre provoca mayor rechazo. No hay que ponerse conspiranoicos, nadie dice que haya sido algo premeditado. Pero no cabe duda de que recurrieron a la Guerra de las Comunidades para crear un símbolo de sus pretensiones políticas en España. “No temáis, esto no es nada nuevo, en nuestras tierras ya se luchó por la libertad otras veces, lo llevamos en la sangre”. Y no es nada malo, pero es importante darse cuenta. Sobre todo porque puede tener efectos en el presente. 

Los castellanos y leoneses ya no pueden vivir en la tierra en la que nacen. Casi cada semana en las noticias se habla de la España vaciada, y esta región es una de las que más lo están. El 77% de los municipios están en riesgo de desaparecer, con lo que eso conlleva en lo que respecta a pérdida de servicios a la ciudadanía. Faltan médicos, farmacias, oficinas bancarias… En muchos pueblos no hay ni bares ni iglesias. Y tampoco queda trabajo para nadie, la gente joven se tiene que ir de España o a Madrid y Barcelona si quieren labrarse un futuro. Ante estas circunstancias, ¿no podríamos decir que el campesinado castellano y leonés de hoy en día está en una situación muy parecida a la de aquel entonces? Viendo como el reino favorece a otras provincias, como los pueblos se vacían, faltan servicios, ¿van a quedarse mirando? ¿Nadie va a resucitar otra vez el espíritu comunero?

Cuentan que en la campa 
si te tumbas 
aún se siente 
un retumbar de caballos. 
Cuentan que los campos 
aúllan y blasfeman, 
que sangran los dioses 
dormidos en las ruinas.
Un almíbar violeta 
que reluce
que brilla 
por caminos y veredas, 
que ciega las águilas en las nubes. 
Dicen que la helada brilla tierna 
porque aun recuerda 
el temblor tibio de los cuerpos, 
que el pedernal canta y recita 
un poema de llama y de futuro 
que las yescas sonríen y musitan 
su tonada de libertad, de lumbre y humo. 
Cuentan los pastores que ya se atisba 
una tormenta de semillas en enero, 
una tempestad de besos y de puños, 
un trueno fraternal y comunero.

Héctor Castrillejo

Recomiendo mucho ver el documental también por lo que tiene de producto cultural. Desde el maravilloso poema de Luis, hasta la música de El Náan (que te invito a descubrir), pasando por todas las imágenes del riquísimo patrimonio histórico de sus tierras es un breve resumen de todo lo que sus tierras tienen que ofrecer


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