Nunca es el momento de la Educación

OPINIÓN

Nunca es el momento de la Educación


El problema con la educación pública, que se va a hacer bastante evidente cuando lleguemos a septiembre, es en realidad bastante fácil de comprender (hilo)

En primer lugar, la educación no es algo que dé dinero inmediatamente. Los estados, en un mundo que tiene pocos visos de dejar de ser capitalista, necesitan dinero para funcionar. Pero un o una joven que estudian no dan dinero inmediatamente, sino que cuestan. Y mucho.

También a vueltas con un sistema que cada vez cede más al libre mercado, es poco probable que un país tenga una economía plenamente desarrollada y con paz social, especialmente en un mundo que ha globalizado el movimiento de capital y de personas.

Así que cualquier estado siempre tiene problemas económicos urgentes, como la tasa de desempleo, el precio de bienes básicos como la vivienda, una sanidad universal y de calidad, etc. A muchos de estos problemas se les pueden ofrecer soluciones a corto plazo.


El desempleo, por ejemplo, puede fluctuar de manera relativamente rápida. Con la burbuja en España vimos cuán velozmente podía subir y bajar el precio de las viviendas.

Ahora llegan unas elecciones y hay que prometer cosas. Y el derecho a los alumnos a tener no una educación de calidad, sino simplemente esperanzas de futuro (que es lo que te da una educación de calidad) es algo que a) cuesta mucho dinero y b) no da resultados inmediatos.

Nunca es el momento de bajar las ratios de alumnos por aula, porque siempre hay problemas más “urgentes” (y bajar la ratio cuesta muchísimo dinero). En una situación de crisis económica es muy fácil (y muy popular) bajar los salarios de los profesores. Lo otro ya cuesta más.

Todo el mundo lo vio: cuando estalló la burbuja, se quedaron sin trabajo un montón de jóvenes que habían abandonado los estudios para ir a ganar más que sus profesores poniendo ladrillos. Y claro que lo ganaron. Y tan rápidamente como lo ganaron, lo perdieron.

Los profesores asistimos a este espectáculo con una sensación de impotencia bastante importante, pues en este país se desprecia el conocimiento desde todos los ámbitos: «¿Para qué sirve saber eso»?. Esta pregunta viene de todos los lados: de don Pelanas, de padres, de políticos.

Nuestro país se enfrenta a una crisis económica prácticamente sin precedentes, y seguramente todo el mundo está de acuerdo (todo el mundo menos yo) en que «no es el momento» de invertir en educación. Pero cuando el país vaya mejor tampoco será el momento.

¡Nunca va a ser el momento! Por eso tenemos alumnos y alumnas hacinados en aulas que tienen décadas, mientras por detrás vamos pasando dinero a la enseñanza privada. Porque no es el momento de gastar.

Así que en vez de invertir en edificios y en docentes, pasamos alumnos a la «concertada». Ellos ya tienen los edificios hechos, y además pagan menos a los docentes. Y se llevan su rasquilla de paso, pagada por todos. No es el momento de gastar.

Hace décadas que no es el momento de gastar en educación. Cuando va bien, porque va bien. Cuando va mal, porque va mal.

No pienso a menudo en cómo estaban las cosas cuando yo empecé en este negocio, en 2004, y en cómo están ahora, porque lloraría bastante. Pero ahora no es el momento de gastar, hay problemas más importantes.

La educación es el futuro. Quienes están estudiando ahora son los que van a construir los puentes del futuro, pilotar los aviones del futuro y dictar las sentencias del futuro.

Y nunca es el momento de invertir en el futuro. No en este país.

Así que abriremos en septiembre porque así nos lo ordenan, pero no podremos mantener las medidas de seguridad. Es imposible. No hay espacio suficiente (aunque los adolescentes fueran seres dados a cumplir órdenes y normas sin rechistar).

Y mucha gente se queja de que abran las terrazas y no las clases presenciales, cuando nadie te obliga a ir a una terraza a arriesgar tu salud, pero sí van a obligar a niños, adolescentes y docentes a hacerlo. Porque lo importante ahora no es la educación. Porque nunca lo es.

Porque si un padre que ha decidido libremente tener un hijo y no sabe dónde dejarlo, la respuesta es «en el centro educativo». Porque aquí los centros educativos debemos no solo enseñar, sino también educar y arreglar la conciliación. Y así nos luce el pelo.

Pero en fin, ahora no es el momento de pensar en la educación ni de invertir en ella. Ya llegará el momento. Y que lo vean estos ojos.


Este texto fue redactado por Elías Gómez, docente en un colegio de Melilla, a través de su cuenta twitter, y compartido en este blog con permiso del autor.


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